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Establezca la regla de no darle nunca a un niño un libro que usted mismo no leería. 
Si uno no puede disfrutar leyendo un libro una y otra vez, no sirve de nada leerlo. 
Si nos encontramos con un hombre de intelecto poco común, deberíamos preguntarle qué libros lee. 
Los grandes libros se escriben solos, solo los malos libros tienen que escribirse. 
Lea los mejores libros primero, o es posible que no tenga la oportunidad de leerlos en absoluto. 
Buenos amigos, buenos libros y una conciencia adormecida: esta es la vida ideal.