“ No te dejes esclavizar por los sentidos. No están destinados a atarte con deseos materiales, sino a servirte con percepciones del bien, que reflejan a Dios. ”
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Todo lo que tiene su origen en el deseo es un elemento perturbador, porque los deseos son como piedras arrojadas al tranquilo lago de la conciencia.
Es fácil, cuando eres joven, creer que lo que deseas no es menos de lo que te mereces, asumir que si deseas algo lo suficiente, es tu derecho otorgado por Dios tenerlo.
Cuando un hombre descarta por completo todos los deseos y está completamente satisfecho en sí mismo, entonces se considera que está establecido en la sabiduría.
Renunciando por completo a todos los deseos que surgen de los pensamientos materiales, uno debe restringir los sentidos con la mente desde todos los lados.