Muchas personas disculpan sus propias faltas pero juzgan a otras personas con dureza. Debemos revertir esta actitud excusando las deficiencias de los demás y examinando severamente las nuestras.
Nunca cuente sus faltas. Solo mira que tu amor por Dios es profundamente sincero. Porque a Dios no le importan tus imperfecciones: le importa tu indiferencia.
No se una a los quemadores de libros. No crea que va a ocultar fallas ocultando evidencia de que alguna vez existieron. No tengas miedo de ir a tu biblioteca y leer todos los libros ...