La causa fundamental del problema es que en el mundo moderno los estúpidos tienen demasiada confianza, mientras que los inteligentes están llenos de dudas.
Y si hubiera un Dios, creo que sería muy improbable que tuviera una vanidad tan incómoda como para sentirse ofendido por quienes dudan de su existencia.
El informe de un hombre estúpido sobre lo que dice un hombre inteligente nunca puede ser exacto, porque inconscientemente traduce lo que escucha en algo que puede entender.